OPINIÓN
¿Se está muriendo Rusia?
La Vanguardia - 04.15 horas - 09/09/2001
NATALIA RIMASHEVSKAYA
El escritor alemán Günther Grass publicó hace unos años
una novela titulada "Partos mentales o los alemanes se extinguen".
Ese apocalíptico título parece que se está convirtiendo en realidad, pero para
los rusos, no para los alemanes. Los problemas demográficos actuales de Rusia
son tan severos que hace poco me invitaron a hablar sobre este tema en una
sesión del Consejo de Seguridad de Rusia.
La década pasada golpeó muy duro al grueso de la población rusa. Desde 1992, el
balance entre la tasa de natalidad y la de mortalidad ha sido negativo, lo que
ha provocado una natural reducción de la población. De hecho, la tasa de
natalidad en Rusia en este momento es apenas la mitad de la que se necesita
para sustituir a la generación actual de padres y madres.
El factor principal de la catástrofe demográfica de Rusia es la astronómica
tasa de mortalidad entre los hombres. La expectativa de vida para los hombres
rusos es de 60 años, mientras que las mujeres viven 12 años más, y el 80% de
los que mueren en edad productiva son hombres. En general, si la tasa de
mortalidad actual se mantiene, sólo el 58% de quienes hoy tienen 16 años
llegarán a los 60.
Imagínense: Rusia perdió aproximadamente siete millones de habitantes mediante
este despoblamiento en los últimos nueve años. Algo de la pérdida se recuperó,
hasta cierto grado, con un balance positivo de migración; es decir, muchos
rusos están regresando a su patria provenientes de los países que obtuvieron su
independencia al desintegrarse la Unión Soviética. Sin embargo, a pesar de esta
inmigración, la población de Rusia ha caído de 148,3 millones en 1992 a sólo
144.8 millones a principios del 2001. No quiero pintar un escenario de
fatalidad, pero si las tendencias actuales continúan, Rusia podría estar
encaminándose hacia su autodestrucción. Las predicciones sostienen que en los
primeros 15 años del siglo XXI Rusia podría perder otros 12 millones de personas.
De acuerdo con cálculos de la ONU, de mantenerse ese ritmo, Rusia tendrá una
población de apenas 55 millones de habitantes para el año 2055.
Si estas funestas predicciones se cumplen, el desastre demográfico tendría
consecuencias sociales y políticas incalculables, incluyendo la amenaza directa
a la seguridad nacional del país y, de hecho, a la preservación del Estado
ruso. También sería un fenómeno con amplias implicaciones geopolíticas, más
allá de los confines de Rusia. La desaparición de Rusia como país grande
seguramente provocaría inestabilidad a lo largo de Eurasia y representaría una
amenaza para la paz mundial.
Un factor igualmente alarmante es el deterioro físico del pueblo ruso. Los
rusos no sólo se están muriendo, sino que también son cada vez menos sanos en
casi todos aspectos. Los comunistas solían hablar de que Rusia se dirigía a
paso firme hacia un futuro mejor. De hecho, cada nueva generación de rusos
tiene un peor potencial de salud que la que le precede.
Una de las razones de esto es el vínculo estrecho entre la salud de los niños y
la de sus madres. Entre 1990 y 1997, la anemia durante el embarazo aumentó 3,1
veces. Hoy, un 40% de las madres futuras son anémicas. Peor aún, las
enfermedades y la mala salud están dañando a más niños cada vez. La salud de
los bebés se debilita durante su primer año de vida y este deterioro continúa,
aunque no tan rápido, durante el resto de sus vidas. Por ejemplo, se considera
que apenas entre el 10 y el 12% de los niños en edad preescolar están completamente
sanos. Para cuando llegan a la escuela, sólo el 8% mantiene una salud sólida.
La cifra cae al 5% en el nivel de educación media superior.
Los problemas sociales también están haciendo estragos en la salud de los
rusos. De acuerdo con las investigaciones más recientes, un total de 15
millones de ciudadanos rusos (el 10% de la población) sufren enfermedades
sociales como el alcoholismo, la drogadicción, la tuberculosis y el sida. Un
10% adicional de la población urbana lucha por sobrevivir en los niveles más
bajos de la pirámide de ingresos.
Las cifras relativas a la salud psíquica, el estado amínico, el nivel de
alfabetización y el gasto público en educación también son indicadores de la
fuerte caída del potencial humano. No obstante, estos promedios no revelan a
fondo las verdades más sombrías. Dado que hay una amplia brecha en las
condiciones existentes entre las distintas regiones de Rusia, las cifras no
pueden reflejar ni siquiera remotamente las terribles condiciones que existen
en algunas ciudades y zonas rurales.
Diez años de reformas políticas y económicas han traído muchas consecuencias
desfavorables para la población de Rusia. Los programas de desarrollo social y
las estrategias económicas liberales parecen haber beneficiado sólo al 20%
superior del pueblo ruso. Ese 20% tiene ahora la oportunidad de llevar una vida
activa, de desarrollarse, trabajar con eficacia y satisfacer sus diversos
requerimientos. El 80% restante parece ser invisible. Solamente se le recuerda
cuando el 20% gobernante le otorga el mínimo nivel de vida para tener una
supervivencia elemental.
Mientras tanto, madres enfermas siguen dando a luz a bebés enfermos y las
familias pobres reproducen la pobreza. La sociedad se está hundiendo en un
"vórtice social" cada vez más profundo. Serán necesarias varias
generaciones para salir de esa espiral descendente, y eso sólo si el Estado y
la sociedad hacen que sea una prioridad.
© Project Syndicate