Los Reales Alcázares acogieron ayer la presentación de «Rusia siglo XX», una muestra de 115 pinturas al óleo pertenecientes al período 1911-2000. Alexei Borodín o Piotr Litvinski son algunos de los nombres que podrán contemplarse en Sevilla a partir de mañana, cuando la exposición, patrocinada por Club Antares, abrirá sus puertas al púbico. El embajador ruso, Alexander Kuznetsov, acudió a la presentación de la exposición, que destacó como «un signo de amistad entre Rusia y España, coincidiendo con el treinta aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas».

Las 115 pinturas expuestas en los Alcázares pertenecen a una colección de pintura rusa del siglo XX que consta de más de 3.000 piezas. Su propietaria y comisaria de la muestra, María Dolores Tomás, manifestó su satisfacción ante «la exhibición de estas obras en un lugar emblemático de la capital andaluza», aunque las limitaciones de espacio le obligaron a reducir a 115 las 204 obras que pretendía exponer. Tomás estuvo acompañada del conservador jefe del departamento de pintura flamenca del Museo del Prado, Matías Díaz-Padrón, que destacó la posibilidad de contemplar en esta muestra «artistas de primera línea». «Con inversión económica unida a inmenso esfuerzo y pasión Tomás ha cubierto un espacio vacío que estaba lejos de nuestras posibilidades», apuntó.

Junto a su interés estético, el valor histórico de la exposición ocupó las palabras del embajador Kuznetsov, para quien la muestra «refleja una época difícil y contradictoria de nuestra historia». «Desde que «El Quijote» llegase a nuestro país en el siglo XVIII, la cultura ha sido móvil esencial de nuestras relaciones. Esta muestra contribuirá a ampliar los horizontes de los españoles respecto a la cultura rusa», señaló. También Díaz-Padrón apuntó el valor de ilustración histórica de «Rusia siglo XX», con la consiguiente «utilidad para estudios e investigaciones».

Diario de vida

Naturaleza, retratos, costumbrismo, paisaje y realismo socialista son las cinco grandes áreas que abarca la muestra. «El arte es siempre una respuesta a los acontecimientos de la historia, algo que queda claro en estas piezas», señaló Tomás, que hizo alusión al modo en que los artistas rusos pasaron de abanderar internacionalmente los movimientos de vanguardia a principios del siglo XX para «regresar después a técnicas realistas propias del siglo XIX». Y es que tras la revolución rusa de 1917 la restricción de las manifestaciones artísticas hizo que muchos pinceles «se refugiaran de puertas adentro, con ansias de reproducir belleza y normalidad en sus cuadros», explicó Tomás.

Así, la comisaria de la muestra no dudó en describirla como «un diario vital de los pintores». Con algunos de ellos, como Borondín o Litvinski, Tomás entabló una amistad que le permitió conocer más de cerca su visión artística y experiencias personales. Como la vivida por Borodín en la batalla de Stalingrado, donde el pintor tuvo que conducir un tanque que se corresponde con el que aparece en «En el Stalingrado del 43 (el héroe Panikajo)», de Vasili Striguin, contemporáneo a Borodín.

En esta «punta del iceberg de las 3.000 obras», como describió Tomás la muestra, cobran vida valores como el espíritu de la revolución o la exaltación del trabajo. Los temas infantiles, como el inicio del curso escolar con los niños portando flores, adquieren protagonismo en la última sala de la exposición, donde las piezas se exhiben, intencionadamente, a menor altura.

Vínculo con Rusia

Han pasado veintidós años desde que Tomás viajase por primera vez a un país del que se «enamoró» e iniciase la compra y restauración de una existencia pictórica que testimonia nueve décadas de su historia. El Museo de Bellas Artes de Budapest será el próximo destino de una muestra que ya ha pasado por ciudades como Oviedo o Madrid. De momento, «Rusia siglo XX» residirá en Sevilla los próximo cuatro meses, dispuesta, según señaló Tomás, a «fortalecer el vínculo espiritual con Rusia».