Cuando un niño es adoptado llega con una mochila cargada de carencias

Última Hora Menorca - 09/09/2008

 

Susana Ramos publica un libro solidario con consejos de padres adoptivos y profesionales

LAURA PONS

El largo proceso de adopción no termina en el momento en que el niño llega a casa con sus nuevos padres. Es entonces cuando empieza la verdadera adaptación y, con tiempo y paciencia, se estrecha la relación paterno-filial.

Susana Ramos lo sabe bien. Esta catalana medio afincada en Menorca adoptó hace tres años a Iván, un niño ruso que entonces tenía tres años y medio. Hace apenas 20 días volvió de Rusia con otro niño adoptado, Edik, de dos años.

«Mi hijo volvió a nacer cuando llegó a casa porque lo dejó todo atrás para empezar una vida nueva», explica. De esta experiencia ha nacido el libro Familias adoptivas. Experiencias y consejos de padres adoptivos y profesionales, para orientar a los que se encuentran en este proceso.

Ramos había publicado ya el libro Mariposas. Realidad y sentimientos de una madre adoptiva sobre el proceso de espera del que se vendieron más de 5.000 copias. Ahora se enfoca más en la postadopción y los cambios que implica: «Cuando un niño es adoptado llega con una mochila cargada de carencias que nosotros no hemos tenido nunca».

Estas carencias dependen de cada caso pero pueden ser afectivas porque han perdido o sido abandonados por sus padres y en el orfanato no reciben mucho cariño, de desarrollo físico y mental por falta de estimulación e incluso de alimentos. En este sentido, Ramos recuerda que Iván «había pasado mucha hambre» y esa ansiedad al comer la manifestó inicialmente en su nueva casa.

A veces, «no todo se soluciona con amor» por lo que los padres deben recurrir a la ayuda de un profesional. «Para ellos es un cambio brutal porque van a una familia que habla una lengua que no entienden, visten y comen diferente, deben adaptarse a un nuevo clima y a otras costumbres sociales», comenta.

En este libro, además de relatar su propia experiencia de adaptación, varios profesionales y otros padres adoptivos de niños peruanos, rusos o chinos cuentan sus relatos. Muchos de ellos ocupan cargos conocidos en medios de comunicación o están relacionados con el entorno de la adopción, como Carles Benet, el coordinador de las entidades encargadas de valorar la idoneidad de las familias adoptivas.

Trámites

Ramos reconoce que adoptar un niño «es cada vez más difícil» y angustioso por las esperas y las trabas de algunos países. También los certificados de idoneidad son muy exigentes pero «deben serlo». Hay un porcentaje muy pequeño de casos en los que ni el niño ni la familia se adapta y éste termina en otro centro de acogida y «un niño ya no se recupera de un segundo abandono».

A pesar de los largos trámites para la adopción, la autora asegura que merece la pena: «Cuando tienes a este niño tan deseado entre los brazos se te olvida todo».

Por eso, ella y su pareja se animaron a adoptar a Edik, que ya se está adaptando con rapidez: «Al principio no quería ni acercarse a la bañera y ahora no lo podemos sacar del mar, y ya empieza a decir 'mamá' y 'papá'».

Para algunos, el tema de la adopción sigue siendo un tabú pero Ramos defiende que un niño debe saber sus orígenes y que ha sido adoptado «para ser consciente de lo que tenía antes y lo que tiene ahora». Ellos lo recuerdan bien y no quieren volver a lo de antes por lo que les preocupa ser abandonados y «se esfuerzan por gustar».

Con la intención de demostrar que la adopción es un tema social, Susana Ramos lleva ocho años dando conferencias de forma gratuita por todo el país, informando sobre todo en las escuelas. En el caso de Menorca, no ha dado charlas pero mantiene el contacto con muchas familias adoptivas que le han pedido consejos para orientarlos en este «embarazo adoptivo».

Susana Ramos destaca que su libro Familias Adoptivas. Experiencias y consejos de padres adoptivos y profesionales es solidario puesto que los beneficios se destinan a proyectos de rehabilitación de orfanatos en la región de Ekaterinburgo, Rusia.

Estos proyectos solidarios se coordinan a través de la Asociación de Familias Adoptantes en Rusia (Asfaru). De hecho, hace dos meses que han comenzado y por el momento funcionan bien.

Lo primero que se ha hecho con los beneficios del libro es enviar a los orfanatos rusos varias cajas de medicamentos a través de las familias que van a conocer o a buscar a sus hijos adoptivos.

Otros objetivos del proyecto son los de mejorar zonas comunes de los orfanatos, instalaciones deportivas, equipamientos y mejoras de las infraestructuras de los edificios.

En este sentido, Ramos afirma que todavía hoy en día «hay orfanatos y orfanatos», en referencia a que algunos están en buenas condiciones pero otros tienen un estado pésimo y acogen a muchos niños. Por desgracia, en algunos sigue habiendo malos tratos.

Durante el proceso de adopción, los padres visitan por lo menos en dos ocasiones el orfanato en el que se encuentra el niño que les han asignado. La primera es para conocerlo y la segunda para verlo antes del juicio que determinará si disponen de la patria potestad del menor. Una vez resuelto este último paso, sólo queda recoger la documentación y volver a España con el deseado niño.

Balears se sitúa a la cabeza de España en adopciones internacionales. En el caso de Menorca, durante el año pasado llegaron 12 niños a sus nuevas familias adoptivas. De estos menores, cinco procedían de Rusia, seis de China y uno de Etiopía.

Además, el Consell de Menorca recibió otras 22 solicitudes de adopción internacional, de las cuales nueve son para niños de Rusia, seis de Etiopía, tres de China, uno de Kazajistan, uno de Perú, uno de Marruecos y otro de Ucrania.

La adopción nacional es también posible aunque mucho más lenta y difícil por lo que la mayoría de padres se decantan por países internacionales. Sin embargo, en 2007 el Consell recibió seis solicitudes de adopción nacional y emitió dos certificados de idoneidad.

Hay otra opción para las familias que quieran acoger a un niño de forma temporal sin adoptarlo como propio. El menor se integra en la vida de una familia que lo cuida y protege aunque a veces puede seguir viendo a sus padres. En 2007 hubo 10 acogidas familiares en Menorca, lo que ya suman 53 desde que se abrió esta posibilidad.